John Faynor ha pasado a la historia por ser el imprudente panadero que incendió Londres
Dejó un horno encendido e inició el Gran Incendio de 1666…

JOHN FAYNOR EL PANADERO QUE INCENDIÓ LONDRES
John Farynor había conseguido una reputación y honores nada comunes para ser un humilde comerciante.
Era el panadero del rey Carlos II, recientemente reinstaurado en el trono después de su exilio en Francia.
Farynor había sido el panadero real durante cinco años, pero pronto cambiaría su vida para siempre.

ERA EL PANADERO DEL REY
En una tarde de 1666, después de un día largo y fatigoso, subió las escaleras hacia su dormitorio, en el piso superior de su panadería en Pudding Lane.
Farynor apagó la vela y se dispuso a dormir en paz. Necesitaba un merecido descanso.
Pero mientras tanto, en la panadería de abajo ardía aún una flama, una hasta el momento inocente lumbrita.
En un fortuito y desafortunado descuido, Farynor no había apagado bien sus hornos de pan.

JOHN FAYNOR EL PANADERO QUE INCENDIÓ LONDRES
La llama creció y a las dos de la mañana, del 2 de septiembre de 1666, el fuego en la panadería inició uno de los peores incendios de la historia.
Se produjo u8n voraz e incontenible infierno: El Gran Incendio de Londres.
Las chispas procedentes de la panadería de Farynor encendieron un montón de heno almacenado en el patio del Star un, que quedaba al lado.

LA CHISPA QUE PRODUJO EL FUEGO
Muy pronto las lenguas abrasantes se extendieron al techo, el cual se incendió.
Pudding Lane está en el centro de un área superpoblada del viejo Londres, y miles de vecinos salieron pronto a la calle para ver las llamas.
No estaban demasiado alarmados: Los incendios eran frecuentes en esta parte de la ciudad, donde las construcciones eran de yeso.

JOHN FAYNOR EL PANADERO QUE INCENDIÓ LONDRES
Pudding Lane era un vaciadero de desperdicios del cercano mercado de Eastcheap.
Allí no vivía ninguna persona distinguida, pero estaba cerca de la calle principal, que lleva al Puente de Londres.
Por lo tanto, a primera hora de la mañana, el Lord Mayor fue informado.
Cuando llegó al escenario del incendio, no parecía particularmente impresionado.
Samuel Pepys, que relata el suceso en su diario, no estaba más impresionado que el alcalde.

EL INCENDIO FUE FORTÍSIMO
Lo despertó su criada a las 3 de la mañana. Estaba en su casa, situada cerca de Tower Hill.
Escribió acerca del incendio: “Me levanté, me puse la bata y fui a la ventana.
“Pensé que el incendio debía ser muy lejos, detrás de Mark Lane, y entonces me fui otra vez a dormir”.
Pepys fue quien llevó al rey, las noticias del incendio, cuando fue a su despacho en Whitehall, poco antes de mediodía.
Sin embargo, pronto tuvo que desecharse la idea de que el fuego podía ser apagado pronto.

EL AVERNO ERA IMPRESIONANTE
El domingo por la tarde las llamas llegaban al río Támesis, a donde habían varias bodegas.
Una serie de depósitos llenos de madera, aceite, coñac y carbón, estallaron como bombas, uno tras otro.
El domingo hubo un momento en que las llamas pudieron haber sido sofocadas, pero los bomberos rompieron las cañerías.

TAMBIÉN COMETIERON ERRORES
Esto lo hicieron para llenar sus cubos más rápidamente, y así cortaron el suministro de agua a toda el área.
Para entonces, habían quedado destruidas 13.000 viviendas, se habían incendiado 87 iglesias y se habían chamuscado unos 300 acres.
Algunas chispas cruzaron hacia la orilla opuesta del Támesis e iniciaron pequeños incendios en Southwark. El Guildhall y el Royal Exchange.
LA CATEDRAL SE INCENDIÓ
El mayor incendio se produjo en la Catedral de St. Paul, donde el calor hizo estallar las piedras.
Las tumbas antiguas reventaron, y dejaron al descubierto los restos momificados.
El techo de la Catedral se fundió y el plomo derretido se deslizó por las calles adyacentes.
Es de destacar que sólo murieron ocho personas en el Gran Incendio de Londres.
La mayor parte de los ciudadanos tuvo tiempo suficiente para escapar.
CASI NO HUBO VÍCTIMAS
Hacia el miércoles por la noche, el fuego había sido controlado. Pero Londres continuó ardiendo y humeando lentamente en las semanas que siguieron.
Seis meses después, aún había sótanos en los que el fuego continuaba vivo.
Y TODO POR UNA CHISPITA
El error del panadero Farynor hizo que los vergonzosos barrios bajos del centro de Londres desaparecieron en una semana.
El fuego purificó los últimos vestigios del gran desastre londinense anterior, la Gran Plaga de 1665, que había producido 100.000 víctimas.
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