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PALENQUE: EL MISTERIO DE LA CIUDAD DE LOS REYES

PALENQUE: EL MISTERIO DE LA CIUDAD DE LOS REYES

PALENQUE: EL MISTERIO DE LA CIUDAD DE LOS REYES

En el mundo maya, Palenque se distingue por su gran belleza.

Es la ciudad de los reyes, soberbia y elegante. Ubicada en el estado de Chiapas, está rodeada del verdor de la selva y conserva muchos secretos no descubiertos aún.

Los Mejores Regalos

Palenque fue fundada por el año 200 d.C., y tuvo su apogeo entre los años 600 y 750, para después decaer entre el 850 y 900.

Pero fue hasta el año de 1773 cuando la descubrieron un grupo de soldados y misioneros españoles. El sitio ya estaba totalmente abandonado.

Palenque glorifica a dos grandes y excelsos señores: Los reyes Pakal, conocido como “El Grande”, “El Escudo”, y su hijo Chan Bahlum, quienes fueron grandes estadistas y visionarios.

Cabe mencionar que, Pakal –según los arqueólogos–, murió el 31 de agosto del 683 d.C. Ascendió al trono en el 615, a los 12 años de edad y gobernó 68 años.

Durante su largo reinado convirtió al Imperio de Palenque en la ciudad más importante de finales del Periodo Clásico, que abarcó del año 250 al 900 d.C.

Ya cuando Pakal era mayor y sentía que su muerte era cercana, inició la construcción de su templo funerario, aproximadamente en el año 675.

Luego ocupó el trono su hijo Chan Bahlum, en el año 684 d.C. Él gobernó durante 18 años… 68 de Pakal y 18 de Chan Bahlum, dan en total 86 años de estabilidad. Este lapso de tiempo constituyó la Época de Oro de Palenque.

El lugar se divide en tres áreas: El Grupo Norte, con los edificios más antiguos; La Gran Plaza, con El Palacio y el Templo de las Inscripciones y el Grupo de las Cruces.

De todo este conjunto de construcciones, la que particularmente nos interesa ahora, es el Templo de las Inscripciones, ubicada en la Gran Plaza.

Esta pirámide tiene 22 metros con 80 centímetros de altura y es el edificio más alto de Palenque… ¡y no es para menos, ya que se trata de la tumba del mismo Pakal, quien mandó construirla en vida!

El Templo de las Inscripciones es la obra maestra de Pakal y adentro hay más de 620 jeroglíficos, inscripciones y listas que asientan la estirpe dinástica de ese gran rey a lo largo de diez generaciones.

En esa pirámide fue enterrado su cuerpo entre fastuosas ceremonias. En el año de 1949, el Instituto Nacional de Antropología e Historia comisionó para trabajar en la selva húmeda y calurosa de Chiapas, en Palenque, al profesor y arqueólogo Alberto Ruz Lhuillier, quien es un francés nacionalizado mexicano.

Cuando este hombre llegó a la zona, vio la gran vegetación que cubría las ruinas, y comprendió porqué Hernán Cortés y sus tropas al pasar cerca, no las descubrieron.

Y fue hasta 1952 cuando se realizó el sensacional hallazgo, cuando Alberto Ruz trabajaba en el Templo de las Inscripciones, restaurándolo y explorándolo.

Como los mayas construían templos encima de los más antiguos, el llamado Templo de las Inscripciones fue escogido por el arqueólogo para buscar debajo un templo anterior. Además, el lugar no había sido explorado aún.

Para llegar a tal descubrimiento, notó que el piso de la galería central en lo alto del templo, estaba hecho de losas muy grandes y talladas con esmero, que al retirarlas, éste presentaba una capa de losas que tenían pequeños agujeros en forma simétrica.

Eran tres pares de agujeros en cada lado y cada agujero estaba cerrado con un tapón removible, pero ninguno de los arqueólogos sabían para qué servían.

Cuando removían estos escombros, Alberto Ruz vio que había un agujero de 30 centímetros de profundidad y un metro de diámetro, entonces ordenó que escarbaran ahí, y a los dos días apareció una gran piedra tallada y se alcanzaban a ver lo que eran dos muros laterales inclinados… ¡era la parte superior de una bóveda!

Mandó levantar las losas agujeradas y se encontró con una escalera que tenía mucha tierra y mampostería, con la que los constructores habían rellenado para preservar el paso al interior de los posibles intrusos.

Tardó casi dos años en quitarla toda y de limpiar el sitio. Eran más de 25 metros de escalera. Al final de la misma se toparon con un relleno de piedras y mezcla, revuelta con cal tan fuerte que quemaba las manos de los trabajadores.

La entrada a la cripta estaba sellada con una gran laja de piedra triangular que bloqueaba la puerta de la antecámara. La mandó quitar y logró entrar a la antecámara. Era el año de 1952 y Alberto Ruz entró primero al recinto, seguido por sus colaboradores.

Allí halló los esqueletos de cinco varones jóvenes y de una muchacha, que por los dientes limados e incrustados de piedras preciosas, y con deformación craneal, demostraban que pertenecieron a la nobleza maya. Parece ser que eran víctimas sacrificadas y ofrecidas en honor a Pakal, “El Grande”, el rey difunto ahí enterrado.

La cámara estaba muy bien construida, de nueve metros de largo, por cuatro de ancho y siete de alto, parecía una capilla tallada en hielo, porque del techo pendían estalagmitas largas como cirios, formadas por el agua filtrada que se petrificó por los siglos.

PALENQUE: EL MISTERIO DE LA CIUDAD DE LOS REYES

En la sala estaba un gran monumento de piedra de tres metros de largo, por dos de ancho y más de un metro de alto. Encima tenía una lápida grabada, sobre la cual había fragmentos de jade y dos cabezas de estuco.

Así fue como dio inicio uno de los más grandes descubrimientos del sureste mexicano y de la arqueología moderna. ¡La tumba del rey Pakal “El Grande”, estaba revelando sus secretos!

Habían hallado el centro de la cripta, el Gran Sarcófago Monolítico, y los restos de Pakal –que yacían recortados y boca arriba–, estaban adornados con mucho jade.

En las paredes había nueve figuras de estuco, que representan a los nueve señores del inframundo. Según la mitología de Palenque, eran los Bolontiku. La lápida en bajorrelieve cubría el sarcófago y representaban a Pakal que iba bajando al inframundo.

Los jeroglíficos que cubrían la tumba, daban una detallada reseña de los siete reyes antecesores a Pakal y las fechas de su muerte.

¡Alberto Ruz Lhuillier tiene el privilegio de haber encontrado el primer sarcófago en una tumba maya, ya que antes de descubrir la tumba de Pakal, los científicos creían que las pirámides sólo servían para motivos ceremoniales y religiosos, y no como tumbas!

No pudieron, de momento, continuar con todas estas investigaciones, porque se había agotado el presupuesto. El arqueólogo tuvo que luchar durante cinco meses con la pereza burocrática para conseguir una partida suplementaria y así pudieron seguir con las investigaciones.

Como carecían de maquinaria para levantar la pesada lápida que tapaba la tumba –la que tiene el llamado “Astronauta de Palenque”–, Alberto Ruz empleó cuatro gatos de camión y, cortando en muchos discos un tronco de árbol, fue calzando estos discos a medida que iban subiendo la lápida.

La operación se llevó 24 horas de trabajo continuo, y todo se hizo en una atmósfera asfixiante.

Cuando levantaron la piedra unos 70 centímetros, el arqueólogo, muy excitado, se deslizó debajo de ella… ¡y se encontró con el cuerpo del controvertido rey!

Según los estudiosos, el cuerpo de Pakal es el de un hombre como de 80 años, y que medía un metro con 73 centímetros de estatura, ¡superior a la media del maya!

Tenía anillos en cada dedo, pulseras, una diadema, collares, todos hechos de jade, la que en Palenque y en todo el Imperio maya era considerada la Piedra de la Vida.

Además, tenía dos orejeras de jade, perlas y concha nácar pegada. Los lados del sarcófago y el fondo estaban pintados de rojo. La máscara de pedazos de jade que le habían puesto sobre la cara, se había caído y se le despegaron varios trozos.

La civilización que habitaba Palenque desapareció de manera enigmática y misteriosa. Se cree que fue destruida por una revuelta popular, causada por los abusos y excesos de sus sacerdotes y gobernantes. Los habitantes después la abandonaron y el gran centro ceremonial fue cubierto por la selva.

Éste es, pues, el descubrimiento más sensacional de la segunda mitad del siglo XX. Alberto Ruz Lhuillier, el arqueólogo que se inmortalizó por su gran descubrimiento, murió en 1979.

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